La angustia
La sensación de falta de tono vital, de ganas para hacer ciertas cosas, incluso cierto desasosiego en la vida cotidiana, nos hacen recurrir a la expresión “angustiado”. Porque no se confunde con los nervios, por ejemplo, que se nos ponen en la boca del estómago frente a una situación importante, como una cita o una entrevista de trabajo.
La angustia, de alguna manera, nos pone nerviosos porque no sabemos qué hacer con ella. No siempre podemos atribuirle una causa, ya que, si nos ha ocurrido algo malo, una desgracia, un accidente, ¿por qué no nos ponemos tristes, que sería lo lógico?
En cambio, con la angustia no podemos quedarnos en la cama, pero tampoco salir. Ni quedarnos solos, porque nos da miedo, ni acompañados, porque la gente nos molesta.
Pero hay veces que hay angustia, pero no la vemos como tal. Se puede padecer angustia y no verla. A veces se hace necesario un esforzado recorrido por diferentes especialistas médicos que prefieren asegurarse de que el paciente efectivamente no padece ninguna de las graves enfermedades que los síntomas hacen sospechar, antes de decir: a Ud. No le pasa nada, y recetar un tranquilizante. Cuando es verdad que a la persona le pasan cosas, sólo que vienen disfrazadas de síntomas físicos.
Mareos, dolor de oídos, sensación de que el suelo viene hacia nosotros, o de que nos vamos a caer. En otros casos, dolor en el pecho, o en el brazo izquierdo… Vamos, que casi todos vemos las mismas películas y series de médicos y creemos saber cuándo lo que se avecina es un… infarto al corazón…
Pero lo que es más difícil es pensar que podemos padecer angustia y no verla. En una adolescente, la pérdida de apetito, o de sueño, el bajón en los estudios puede significar que se ha enamorado, y eso no es lo evidente. Hasta podemos preguntarnos por qué esa joven no manifiesta su encuentro con el amor como algo positivo, sino como pérdida (de notas, de peso, de alegría).
En los humanos, las cosas no suelen ser siempre lo que parecen. Solemos tener que hacer “una lectura”, una interpretación de casi todo lo que hacemos. Y es bueno pensar que no hay una sola manera de resolver las cosas que la vida nos plantea.
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