La ansiedad se manifiesta en ocasiones como excesiva preocupación referida a tareas a realizar o situaciones de la vida cotidiana. En esta época del año, por ejemplo, lo manifiestan muchos estudiantes de cara al final del curso escolar. Y cada vez aparecen más niños en edades tempranas en los que aparecen síntomas físicos, dolores estomacales, diarreas, problemas con la alimentación que no son sino maneras de decir su dificultad para enfrentar los exámenes, las evaluaciones.
La sensación de no poder “con todo”, cuando nunca es “todo” lo que está en juego. En estos casos no se reconoce lo exagerado de las preocupaciones. Se dificulta el diálogo con los familiares del entorno: si hasta ahora has podido con el curso, por ejemplo, ¿por qué no vas a poder ahora? Muchas veces aparece irritación, la persona está muy sensible, cualquier comentario lo interpreta en términos de: lo que me dicen es que no voy a poder, o en clave amorosa: si no lo consigo, es que soy tonta, o tonto.
Cuando se imaginan lo que sucederá, siempre es en términos de “desastre”: el examen me salió fatal, la entrevista me salió fatal... Se manifiesta entonces una gran exigencia: si no lo hago perfecto, está mal. Y como perfecto no existe, siempre está mal. En esos casos la persona se pone “intratable”. Cualquier argumento se estrella contra la certeza de que no podrá.
Cuando la ansiedad persiste, aparecen trastornos del sueño, dificultad en las relaciones sociales. La persona intuye que no compartimos sus excesivas preocupaciones, o que no “le comprendemos”, por lo que se encierra en sí misma. E intenta diversos recursos para mantener las cosas bajo control. Por ejemplo, teme olvidar, y comienza a anotar cosas. A veces en una agenda o cuaderno especial para ello, pero a veces en papeles que va acumulando. Pueden ser cosas importantes o nimias, pero que en todo caso manifiestan que se siente que las cosas comienzan a escapar de su control.
Estos síntomas producen un gran malestar, descontento con la vida que se puede generalizar a cualquier ámbito de ésta: descontento con los estudios o el trabajo, o con las amistades. La ansiedad no sólo no suele desaparecer espontáneamente, sino que tiende a hacerse crónica, a ser el modo de respuesta a situaciones exigentes, o estresantes. Por eso es importante no creer que sea un tema de carácter, de modo de ser, de personalidad, con la convicción de que “soy así” y no tengo remedio.
Calle Maestro Estremiana 14, 50006 Zaragoza, España
|
+34 659.09.10.60
Copyright © Todos los derechos reservados
Aviso Legal ·
Política de Privacidad
web desarrollada por Dooblix