La espera angustiosa
La espera angustiosa es un padecimiento que se describe bastante bien, y que mucha gente considera un rasgo de carácter, o de personalidad. Es la gente “que se preocupa mucho”. Una señora que oye toser a su hijo e inmediatamente sospecha una grave enfermedad, la persona que cuando espera a alguien que se demora lo atribuye siempre a un grave accidente… Como rasgo de carácter, son las personas que llamamos ansiosas, que suelen tener una visión pesimista de la vida… Suelen aparecer como madres muy protectoras, o como parejas controladoras, y su vida suele ser bastante sufrida.
También aparece referida a la moral, y son personas temerosas de su propia conciencia, que suelen dirigirse frecuentes autorreproches, perfeccionistas con su trabajo, temerosas de equivocarse. Es un síntoma importante, por su intervención en la vida cotidiana, y nos hace pensar que nos encontramos frente a un montante de angustia, libre, y que como tal angustia es insoportable, y busca enlazarse a los contenidos que la situación nos proporciona: es verdad que el niño tosió, o que una persona se demora más de la cuenta. Y a partir de ahí se construye una historia de desgracias, accidentes, enfermedades.
No es esta la única forma en que puede manifestarse la espera angustiosa, latente casi siempre para la conciencia, pero constantemente en acecho. Puede irrumpir en la conciencia sin ser despertada por la imaginación y provoca así el ataque de angustia. Tal ataque puede consistir sólo en la sensación de angustia, sin ninguna idea que la acompañe, o con idea de muerte, de locura: “sentía que me moría” o “me parecía que me volvía loca”. A veces aparecen síntomas físicos. Como nudo en el estómago, dificultad para respirar.
De todas estas combinaciones, las personas resaltan unas veces unos síntomas, otras veces otros. Pero en el relato, a veces omiten la sensación de angustia original, que sólo se recuerda como malestar, y que suele pensarse como efecto (me angustio porque el otro tose, o se demora), y no como causa.
Varios de los síntomas citados que acompañan o representan el ataque de angustia se vuelven crónicos, como decíamos al principio. Se confunden con rasgos de personalidad, como ser muy ansiosa, muy protectores, y es más difícil descubrirlos.
Pero quizás podemos hacernos la siguiente pregunta: si se sufre, ¿por qué resignarse? Considerar estas costumbres o hábitos, rasgos de personalidad nos lleva a pensar que no pueden cambiarse. Cuando en realidad no hay condiciones del ser que nos obliguen a vivir con miedo, con el sufrimiento que también se origina en el entorno familiar y social.
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