Los escrúpulos
Aprensión, escrúpulos. Muchas cosas de la vida cotidiana nos producen sensaciones desagradables. Preferimos no tener que entrar en contacto con ellas. Tener que ponernos una inyección, realizar la cura casera de una pequeña herida. Algunos alimentos, el tacto de la piel de una fruta. A veces la palabra se usa para definir una persona: es muy escrupulosa. Y la vemos limpiar con energía el cubierto que va a utilizar, o limpiar discretamente el sitio donde va a sentarse. Muchos de estos actos nos parecen normales o los observamos con cierta sorpresa. Si invitamos a alguien a casa, por ejemplo, no es agradable que limpie su vaso antes de utilizarlo... Pero si fuimos avisados, lo entendemos como un rasgo de cierta extravagancia, o manía: es que es muy escrupulosa. Estas personas sufren bastante, porque viven en un mundo lleno de peligros, de gérmenes que intentan colarse en su interior, virus y bacterias que intentan infectarles, a merced de los cuales estamos porque, en realidad, no les vemos aunque conocemos su existencia.
Hoy en día, aún hay muchas mujeres que sólo se dedican a su casa, y son más aún las que, trabajando, realizan buena parte de las tareas del hogar. Así que es sobre todo en ellas en las que podemos observar cómo la preocupación por la limpieza se convierte en otra cosa. Limpian, tratan de mantener la casa en orden. Suelen observar nerviosas los síntomas de que "se vive": migas en el suelo, ceniza, prendas dejadas de cualquier manera. Están nerviosas, porque no importa cuánto hagan, siempre está sucio. Y no se puede intentar ayudarlas, porque nadie hace las cosas como ella. Así que la familia suele dejarlas por "imposibles". O nos resignamos a sus gritos, o nos terminan por imponer su tiranía: suelen ser casas donde los niños no llevan a sus amigos, los compañeros no viene a ver partidos de fútbol en la tele. Muchas veces, si el piso es de esos que tenía salón y sala de estar, el salón suele ser un espacio muerto, "para no ensuciar", y la familia se apretuja en la salita pequeña. Cada cosa tiene su lugar, cada figura su manera de estar colocada, y es fácil saber si alguien ha tocado algo porque...
Muchos lectores habrán reconocido, en estas pinceladas, una historia conocida, ya por vivida en la propia casa, u observada en alguna ajena. Es posible vivir así, y muchos lo han hecho, pensando que, en el fondo, o son cosas de carácter o pequeñas manías de las que, en última instancia, nos beneficiamos. ¿A quién no le gusta tener una casa ordenada, o una camisa impecablemente planchada? Y sobre todo, ya se ha llegado a la conclusión de que con ciertas cosas, es imposible lidiar, y mejor no discutir y...
Lo que sucede es que a veces la aprensión va a más. Una cosa sin importancia, o que en principio no tendría por qué tenerla, se vuelve fuente de ansiedad y angustia. Puede ser una noticia de salud, un familiar que acaba de enfermar, un accidente visto en la televisión, desencadenan preguntas sin respuesta: ¿no me podría pasar a mí? ¿Y si la próxima vez que cojamos el coche...? Cada vez que alguno de la casa se retrasa, sólo se piensa en lo peor, cada vez que suena el teléfono por la noche... Y entonces es cuando la propia persona, o alguno de la familia, deciden que ya no puede ser cuestión "de carácter" o de "manera de ser", que esa persona sufre demasiado y mejor consultar.
Los escrúpulos y el afán de limpieza, cuando son excesivos, son fuente de sufrimiento. Para la persona que los padece y su entorno.
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